El camino del emprendimiento es largo y arduo. Una carrera de fondo con una meta incierta. A su vez, también es un proceso excitante y gratificante, sobre todo cuando se percibe el impacto del proyecto de uno en la sociedad.
Los que nos dedicamos al mundo del emprendimiento o inversión en capital riesgo sin haber emprendido observamos con cierta admiración a quienes lo han hecho. Personas que han mostrado la valía suficiente como para lanzarse a esta aventura.
Es curioso que siempre se muestra el camino del emprendimiento vinculado al camino del éxito, evitando mencionar cualquier palabra que presuponga que las cosas no van bien. Y parece que sólo se vincule el éxito de un proyecto con la inversión externa, cuando no tiene por qué ser así.
En este punto, hacemos una pequeña reflexión sobre los proyectos que no logran despegar. Ojo, no hablamos de fracaso – palabra al parecer maldita en nuestro diccionario – porque no creemos que tenga que estar relacionado. Todos sabemos que de las caídas se aprenden las mejores lecciones pero, por la presión social, de alguna manera escondemos esos episodios hasta que se puedan justificar con un éxito posterior.
¿De verdad sólo inspiran los casos de startups de éxito? ¿O nos crean un ideal irreal? ¿No sería útil escuchar los errores de otros de manera honesta para aprender y evitar tropezarse en la misma piedra?
Como sabéis, en la Bolsa Social apoyamos a startups de impacto social y medioambiental. Si bien, en general, el propósito de este tipo de empresas las hace más resilientes y valiosas, se enfrentan a los mismos retos que las empresas convencionales cuando están comenzando su andadura. En este mundo, por desgracia, la tasa de mortalidad es alta: la media de cierre por defunción de las startups en general se halla en torno al 75%, llegando al 90% en el caso de las tecnológicas. Por eso es muy importante que los inversores analicen bien las oportunidades de inversión, sean capaces de asumir ese riesgo, y diversifiquen su inversión apostando por varios proyectos.
Simplificando mucho, podemos resumir en cuatro los motivos por lo que una empresa que está dando sus primeros pasos puede llegar a cerrar. Cabe mencionar que dichos puntos están, en gran medida, interrelacionados.
1. El producto o servicio no encuentra acogida en el mercado
Sabemos cómo funciona el sistema. A veces, simplemente, el mercado no está preparado para acoger el servicio o producto que hemos desarrollado, aunque sea muy innovador e inmejorable en su categoría. No nos pasemos de precursores.
Otro reto relacionado con el mercado es querer irrumpir un mercado muy fragmentado, o bien con grandes players muy competitivos. Conocer la competencia y las dinámicas del mercado es siempre esencial para apostar por una propuesta de valor diferencial.
También es importante conocer el tamaño del mercado y, si nos encontramos con un mercado en alto crecimiento, si es un nicho, si las tendencias del sector acompañan nuestra solución, etc. Todo ello nos debería ayudar en nuestro posicionamiento.
Varios escenarios podrían condenar o entorpecer la acogida de un producto: piloto fallido, salida del producto a destiempo (demasiado pronto o demasiado tarde), producto que no se adecua a las necesidades reales de los clientes, expectativa de ventas no realista, experiencia de usuario no cuidada, entre otros.
2. El producto y el modelo de negocio no cuajan
En cuanto al modelo de negocio, podría suceder que el proyecto no llegue nunca a monetizar, que no exista una buena estructura de los unit economics (relación coste y precio) o, por ejemplo, que la estrategia de marketing no atraiga suficiente tráfico.
3. Mala gestión financiera
En el camino del emprendimiento todo es posible, pero una buena planificación financiera es esencial para seguir una dirección con firmeza y adaptarse a los cambios a tiempo.
Es muy normal que las startups se queden cortas de caja y necesiten buscar más recursos financieros. No conseguir nuevos inversores a tiempo o la financiación necesaria para mantener la máquina en marcha, también es uno de los puntos más importantes.
4. El equipo humano no es adecuado
Las personas son cruciales en cualquier proyecto. Los perfiles de los miembros fundadores o siguientes incorporaciones pueden no ser los adecuados. La relación equilibrada y complementaria entre los miembros del equipo es esencial para evitar futuras desavenencias en el desarrollo del proyecto. Si los puntos anteriores no terminan de funcionar, también se puede generar cierto desgaste o pérdida de foco.
Finalmente, otro de los errores más comunes de las startups es no utilizar la red de contactos adecuadamente. Por ejemplo, desde la Bolsa Social comentamos a las empresas de la cartera que también utilicen la red de sus socios inversores cuando lo necesiten. Muchos de ellos tienen muchas ganas de ayudar y aportar soluciones.
¿Está todo perdido?
Más allá de los hechos, creemos que hay que hacer la reflexión sobre los resultados. En caso de cierre, ¿está todo perdido? Es importante poner en valor el aprendizaje y logros conseguidos durante la vida de la empresa. Dichos logros son especialmente interesantes en el caso de las empresas sociales, puesto que no podemos obviar el impacto social y/o medioambiental que ha generado la empresa durante su vida.
El caso de Discubre
Pongamos un ejemplo práctico. En el entorno de la Bolsa Social, la empresa Discubre cesó su actividad en febrero de 2019. Discubre era un marketplace de productos y servicios para personas con diversidad funcional. Un proyecto precioso, de gran utilidad social y con varios puntos a favor. Sin embargo, el proyecto encontró muchos obstáculos.
El gran problema de Discubre fue un modelo de negocio que no consiguió monetizar adecuadamente. Su estrategia se basaba en varias líneas de ingresos, siendo las más importantes las de leads, es decir, usuarios que hacían peticiones para ser atendidos por empresaso profesionales, y de las cuales cobraban una comisión; así como de las cuotas anuales a las empresas interesadas en captar a estos potenciales clientes.
Tras un primer año muy bueno, el modelo no terminó de cuajar: las empresas vieron que los leads no se convertían en clientes, por lo que dejaron de estar interesadas y, por lo tanto, de suscribirse al servicio. Esto generó una caída drástica de los ingresos que dejó a la empresa muy debilitada. Tras un intento de pivotar el modelo a uno de afiliación, la startup finalmente no pudo retomar el vuelo y cerró.
Hablamos pues del segundo motivo comentado anteriormente: el modelo de negocio no cuajó.
Sin embargo, Discubre alcanzó las siguientes cifras de impacto social durante los años en que estuvo activa, que, como hemos comentado, no deberíamos obviar:
- 115 personas con
diversidad funcional pudieron acceder al programa de intercambio y donación
de productos.
- Se publicaron 2.141 productos dirigidos
a personas con diversidad funcional.
- Se realizaron
5.240 peticiones de usuarios (leads)
a través de su web.
Si pensamos en Discubre, quizá haya quien crea que la empresa fue un “fracaso”. Para nosotros no es así: el éxito de una empresa debe también tener en cuenta qué impacto ha creado durante el tiempo que funcionó. Y en el caso de Discubre, gracias su actividad, fue la solución para miles de personas con diversidad funcional. Y esto no es ningún fracaso.
Laura Formosa
Analista y responsable de Impact Consultancy en la Bolsa Social