Anesvad y la Inversión Socialmente Responsable | Bolsa Social

Hace unos años la Fundación Ford decidió destinar mil millones de su patrimonio a realizar inversiones de impacto. ¿Una ONG que realiza inversiones financieras?

Por extraño que parezca, esta afirmación no es ninguna paradoja. Y si no, que se lo pregunten a Anesvad. Esta fundación bilbaína lleva más de medio siglo luchando contra las Enfermedades Tropicales Desatendidas en África, a través de diversos programas de cooperación al desarrollo. Su forma de financiarse es, como ocurre con la mayoría de actores del tercer sector, mediante donaciones y subvenciones.

Desde hace cinco años, Anesvad ha querido ir un paso más allá y explorar nuevas formas de gestión de su patrimonio que les permita multiplicar su impacto y actuar de manera coherente con su misión fundacional. No tiene sentido que por un lado desplieguen programas de cooperación a favor del derecho a la salud en África y, por otro lado, inviertan el patrimonio de la Fundación en activos que tengan muy pobre desempeño social (a veces, antisocial) o dañen el medioambiente. Y por ello su apuesta ha sido la Inversión Socialmente Responsable (ISR). Este tipo de inversión tiene en cuenta factores ambientales, sociales y de buen gobierno a la hora de invertir, y no pierde de vista la rentabilidad, clave para invertir los fondos y generar un impacto creciente en el tiempo.

Recorrer este camino ha supuesto una gran innovación en una organización sin ánimo de lucro como Anesvad. Y como ocurre en toda innovación y disrupción, el debate está servido. ¿Puede una entidad del tercer sector utilizar sus fondos para invertir? ¿Cómo lo ve el propio sector? ¿Y la ciudadanía en general?

Para responder estas preguntas, la fundación ha elaborado un estudio sobre la percepción que hay en España sobre la ISR, al que han llamado “Invertir en el cambio”. Estas son sus conclusiones más relevantes:

1. Poco conocimiento de la ISR

La ISR aún es poco conocida en España. En 2011, Economistas Sin Fronteras (EsF) realizó una encuesta sobre el grado de conocimiento y expectativas respecto a la ISR que tenían las personas vinculadas con ONGs. Sus resultados entonces fueron que un 26% conocía la ISR, y tan solo un 6% la había contratado alguna vez.

En el estudio de Anesvad, tan solo un 27% declara haber oído hablar de ella, un 7% la conoce bien y un 4% la ha contratado alguna vez.

anesvad

2. Bien valoradas, pero difíciles de creer

El análisis refleja que aún hay una gran desconfianza en torno a este tipo de inversión. La encuesta diferencia entre tres segmentos:

  • Descreídos. Para este grupo, los conceptos de
    rentabilidad financiera e impacto social aún resultan antagónicos en las
    cabezas de mucha gente y, por ello, incompatibles.
  • Dudosos. Este segmento tiene cierta desconfianza
    general en el sistema financiero, lo que hace que vean la ISR como una forma de
    lavar la imagen (una práctica conocida como greeenwashing
    o finance washing).
  • Convencidos. Aquellos que no tienen dudas
    respecto a la ISR.

En el gráfico siguiente, el color azul corresponde a los descreídos, el verde a los dudosos y el amarillo a los convencidos.

Estas dudas de credibilidad en torno a la ISR reflejan la necesidad de establecer criterios que demuestren el cumplimiento de la dimensión social y medioambiental en cada una de las inversiones. En particular, los encuestados se decantan por tres criterios:

  • Control para que no se falseen los datos de impacto.
  • Claridad a la hora de justificar por qué se eligen las empresas en las que se invierte.  
  • Corrección en los indicadores utilizados para medir el impacto.

3. ONG, Fundaciones e ISR ganan y se refuerzan cuando van juntas

La tercera conclusión que Anesvad extrae en su informe tiene que ver con la colaboración. Las ONG y las fundaciones resultan las entidades que más credibilidad poseen a la hora de invertir con criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza); y la banca tradicional, las que menos.

Pero, al mismo tiempo, la mayoría de los encuestados no creen que el papel de las ONGs y fundaciones respecto a la ISR sea propiamente la de invertir. En cambio, su visión es que estas entidades deben influir a gobiernos para que impulsen este tipo de inversiones, concienciar y sensibilizar, o inducir a los accionistas de las empresas a que practiquen la ISR.

En definitiva, más de un 70% de la población es afín a que las entidades sociales inviertan su patrimonio, siempre y cuando esta inversión refuerce el fin social y se haga con criterios y garantías.

Conclusiones

El informe de Anesvad nos da algunas claves para impulsar la ISR en nuestro país. En primer lugar, arroja datos muy claros sobre los retos del sector, que son principalmente el desconocimiento y la falta de credibilidad.

Tan solo 4 de cada 10 ciudadanos españoles declara conocer qué es la ISR. Un dato que refleja lo necesaria que es la divulgación por parte de todos los actores del ecosistema.

Este punto es clave e influye en los otros dos retos, ya que una vez se conoce la ISR, recibe valoraciones muy positivas. Su promesa de generar rentabilidad al mismo tiempo que se contribuye a crear un impacto positivo en el planeta resulta muy atractiva a ojos de la ciudadanía. Sin embargo, esta dualidad también genera cierto escepticismo en algunos sectores, lo que nos lleva al segundo de sus grandes desafíos: la credibilidad.

A la mitad de los españoles consultados le gusta la idea de la ISR, sin embargo, les cuesta creer que se puedan combinar rentabilidad e impacto positivo. De la otra mitad, un 20% cree que esto es algo prácticamente imposible. Las valoraciones extraídas ponen de manifiesto la creencia general de que el mundo del dinero no tiene ética ni valores, lo que hace que los conceptos rentabilidad-impacto se vean como antagónicos y, por tanto, incompatibles.

Para abordar este reto, son imprescindibles la transparencia y el control por parte de los inversores con respecto a sus inversiones sostenibles. El ciudadano debe ver ese impacto medido, y los inversores deben dar a conocer sus metodologías y criterios a la hora de invertir en estas empresas, de la forma más transparente posible.

En este sentido, las organizaciones con más credibilidad para invertir en ISR son las ONG y las Fundaciones. Sin embargo, estas inversiones estarían condicionadas a que se realicen en empresas vinculadas a su propia misión social, y deberían contar con criterios y controles que demuestren la credibilidad de las empresas, así como indicadores que midan el impacto.

En definitiva, el informe demuestra que la ISR presenta un enorme potencial de innovación para el tercer sector, con varios retos importantes a los que hay que enfrentarse para conseguir que tenga el impulso necesario. La transparencia, el control y la medición, la divulgación, o la colaboración entre actores son algunas de las claves para lograr una mayor credibilidad y conocimiento de la ISR en el futuro. Y agentes como las ONG y las Fundaciones son esenciales para, por un lado, innovar en sus vías para lograr su fin social y, por otro, dotar de más credibilidad a la ISR.

En el siguiente enlace puedes descargar el informe completo.

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