Finaliza la convocatoria ‘Inversión de impacto para hacer frente al coronavirus’, con casi medio millón de euros recaudados para 3 empresas por 179 inversores.
Marzo de 2020. La aparición de la covid19 provocó que la sanidad española, vista hasta entonces como un ejemplo a seguir en el resto del mundo, colapsara de pronto ante el ingreso masivo de personas contagiadas. Tanto fue así, que en algunos hospitales y UCIs tuvieron que multiplicar por seis su capacidad. Esta dramática situación requería de soluciones inmediatas que ayudasen a mitigar el impacto negativo del virus en la salud, la economía y en las personas más vulnerables.
Pero más allá del dolor y el sufrimiento causado por la pandemia, la inesperada crisis tuvo también un punto positivo: sacó lo mejor de muchas personas. Fue el caso de María y Marcos. Estos dos jóvenes ingenieros biomédicos habían fundado un año antes Tucuvi, una startup que utiliza la inteligencia artificial para dar seguimiento a los mayores en sus casas a través del teléfono. Y fue en ese momento cuando decidieron utilizar su solución para contribuir a mejorar las cosas.
Así, los emprendedores empezaron a trabajar en un módulo especial para monitorizar a los pacientes de covid19. Su asistente virtual podía llamar automáticamente a los pacientes, detectar posibles situaciones de alerta, o resolver dudas ahorrando costes y tiempo a los servicios sanitarios.
Sin embargo, el proyecto contaba con un pequeño problema: necesitaban financiación para poder desarrollar su idea, en un momento en el que el mundo inversor se encontraba paralizado. Y fue entonces cuando dieron con la convocatoria de “Inversión de impacto para hacer frente al coronavirus”.
Una convocatoria de inversión de impacto colectiva
Cuando estalló la pandemia, desde la Bolsa Social nos hicimos la misma pregunta que Tucuvi. ¿Cómo podíamos contribuir a mejorar la situación con las herramientas de las que disponíamos?
Fruto de esta reflexión nació la convocatoria “Inversión de impacto para hacer frente al coronavirus”: un modo de aunar fuerzas entre inversores de impacto y utilizar la inversión colectiva para apoyar a proyectos jóvenes con soluciones a los retos planteados por el COVID-19.
Lo primero que hicimos fue formar una alianza de potenciales inversores que nos ayudaran con la convocatoria. A este grupo se unieron actores relevantes como Open Value Foundation, Fondo Bolsa Social -el fondo de impacto que lanzamos junto con Afi a principios de 2020-, Fundación Daniel y Nina Carasso, Fundación Edmond de Rothschild, Ship2B, Fundación Aranzábal, Creas, Mumtree, COREangels Impact, ANESVAD, y business angels e inversores particulares como René de Jong y Jorge Bolívar. Todos ellos nos apoyaron en la selección, análisis, difusión y, en algunos casos, en la inversión en los proyectos seleccionados, que finalmente se publicaron en la plataforma para que cualquier persona pudiera invertir y apoyarlos.
Lanzamos la convocatoria, y la respuesta fue rotunda. Al igual que María y Marcos, otros emprendedores se encontraban en una situación similar, con productos o servicios que de una u otra forma aportaban soluciones a las consecuencias de la covid19.
En tan solo una semana, recibimos un total de 95 proyectos que solicitaron financiación.
Tucuvi: Inteligencia artificial aplicada a la salud
Tucuvi fue la primera seleccionada. Su asistente virtual para hacer un seguimiento de los pacientes de COVID-19 nos enamoró. Se trataba de una solución útil y con un impacto claro, además de una gran escalabilidad y un equipo joven y comprometido.
Lanzamos la ronda de inversión al público a través de la plataforma, y lo que ocurrió nos sorprendió a todos: en tan solo 36 horas, el proyecto cerró su ronda de 160.000 euros. 59 inversores apoyaron al proyecto, convirtiéndose así en socios y socias de Tucuvi. Esta ronda fue liderada por el Fondo Bolsa Social, y también participó la Fundación Aranzábal.
Gracias a su financiación récord, María González y Marcos Rubio han podido dedicar los recursos a mejorar su herramienta para adaptarla al COVID-19, además de reforzar el equipo.
A través de su nuevo módulo para pacientes de COVID-19, ya han atendido a más de 100 personas y detectado más de 1.000 situaciones de alerta en su piloto con el Hospital La Princesa, en Madrid.
Ciclogreen: Movilidad sostenible y gamificación
La segunda empresa seleccionada busca soluciones para otro gran reto durante la pandemia: la movilidad. A través de su aplicación móvil, los sevillanos Ciclogreen trabajan con empresas, ayuntamientos y universidades para fomentar una movilidad sostenible de los trabajadores y los estudiantes a través de la gamificación.
Mediante un sistema de rankings, puntos y retos, los usuarios pueden desplazarse en bicicleta, a pie o en transporte público para conseguir una mayor puntuación y de este modo generar descuentos en comercios locales. Esto además permite a la empresa cuantificar la huella de carbono que se ahorra en estos desplazamientos, un dato muy relevante para sus clientes.
En total, la empresa sevillana logró reunir 155.000 euros de 60 inversores que apostaron por ellos. Esta ronda fue liderada también por el Fondo Bolsa Social junto con Ship2B, y también participaron la Fundación Daniel y Nina Carasso y la Fundación Aranzábal.
Ahora, Ciclogreen cuenta con más de 50.000 usuarios registrados y ha trabajado con más de 60 empresas. Algunos ejemplos son Decathlon y Sacyr, una decena de universidades, como la Universidad de Cantabria, y ayuntamientos, como el de Sevilla o el de Barcelona, que confían en Ciclogreen para reducir el impacto perjudicial de las emisiones derivadas del transporte de sus empleados, estudiantes y ciudadanos en general. En total, Ciclogreen ha conseguido un ahorro de más de 2.400 toneladas de CO2.
Encantado de Comerte: Contra el desperdicio alimentario
Por último, la tercera seleccionada fue Encantado de Comerte, una startup zaragozana con el objetivo de acabar con los desperdicios alimentarios que consiguió reunir 140.000 euros de 60 inversores, en una ronda en la que participaron la Fundación Daniel y Nina Carasso y la Fundación Edmond de Rothschild.
A través de su app móvil, los usuarios pueden salvar lotes de comida que no han sido vendidos durante el día, a precios reducidos.
Del mismo modo, más de 150 negocios como fruterías, bares y pastelerías pueden dar salida a los lotes de productos a través de la aplicación con un descuento que puede llegar al 70% del precio original. De esta manera, Encantado de Comerte ha conseguido salvar más de 10 toneladas de comida de ser desperdiciada desde que está en funcionamiento.
Además, una de las grandes novedades de Encantado de Comerte y su principal diferencia con el resto de apps de este tipo es que aborda el problema de la malnutrición en familias vulnerables. El equipo de la startup ha llegado ya a acuerdos con Cáritas, FACU – Federación Aragonesa de Consumidores y Usuarios y CEAR – Comisión Española de Ayuda al Refugiado para que, a su vez, este tipo de organizaciones pongan la tecnología a disposición de las familias que están a su cargo para que puedan acceder, de manera gratuita, a una alimentación variada y de calidad de los comercios asociados.
En total, 450.000 euros para tres empresas que no solo cuentan con un potencial de crecimiento considerable, sino que además trabajan para mejorar la vida de las personas y la salud del planeta. Y esto ha sido posible gracias a 179 inversores que han apostado por todas ellas, en un momento más necesario que nunca.
Esta convocatoria nos ha vuelto a demostrar cómo la inversión de impacto se mueve por otros motivos más allá del económico. El inversor de Tucuvi, Ciclogreen o Encantado de Comerte no es un inversor que busca únicamente una rentabilidad. Son personas que creen en la capacidad de estas empresas para solucionar retos reales, que a todos nos tocan de cerca. En definitiva, inversores que quieren que su dinero se utilice para crear un mundo mejor. Y no hay covid19 ni crisis económica que pueda luchar contra esto.