Alimentarnos de forma saludable y sostenible, una oportunidad para la inversión de impacto

La manera en la que producimos y consumimos los alimentos que comemos no es sostenible y además no nos está sentando nada bien a la salud. Por ejemplo, según un informe de la consultora McKinsey, unos 2.100 millones de personas están afectadas por la obesidad. Su coste está detrás de entre el 2% y el 7% del gasto sanitario en los países desarrollados y su impacto económico global iguala al del consumo de tabaco o al de… la violencia armada, las guerras y el terrorismo.

También afecta a los animales que consumimos y, con ellos, una vez más, a nuestra propia salud. Hace poco conocíamos que el abuso de los antibióticos en los animales está creando una de las peores amenazas para el progreso sanitario de los últimos años. Resulta que el empleo excesivo de estos medicamentos de forma preventiva en el ganado está creando superbacterias inmunes a los fármacos, lo que podría suponer la muerte de millones de personas en pocos años. Y en España estamos a la cabeza de estos abusos en Europa.

Por si esto fuera poco, el modelo de producción agraria de las últimas décadas está deteriorando gravemente su principal sustento: el 25% de las tierras en las que cultivamos  se encuentran degradadas, según los datos de las Naciones Unidas.

Son solo algunos ejemplos de la urgencia de un cambio. Si esa es la parte mala, la buena es que ese cambio, de hecho, ya ha comenzado. Supone además una oportunidad colosal para los inversores y emprendedores que prefieren ser pioneros en un modelo que comienza a dejar de ser una moda marginal.

Tendencias globales: productos más cercanos, con ‘historia’ y saludables

La tendencia no es novedad. Año tras año, la confirma el informe de Tendencias globales de alimentación y bebida de la firma de inteligencia de mercado Mintel: el consumidor está adquiriendo valores radicalmente nuevos. En su edición sobre qué se llevará en 2017, Mintel confirma que los compradores quieren un regreso a ciertos valores relacionados con sus propias tradiciones y cultura en su comida. Quieren productos con una historia detrás, «preferiblemente relacionada con la realidad».

También apuntala la noción de que el mercado está demandando productos más saludables (indica un acusado crecimiento del vegetarianismo, veganismo y flexitarianismo) y de la compra de productos de proximidad. Ambos factores suelen ir unidos en la misma persona. Como confirma el Ministerio de Agricultura, el 84% de los consumidores ecológicos prefieren comprar productos cultivados o criados cerca de su casa.

Los datos de venta de productos ecológicos también ofrecen crecimientos espectaculares. Solo en el último año, en España ha crecido un 26% su consumo. Y eso, sin contar la proliferación de ferias y mercados de productos locales y de proximidad.

En el otro lado, ni vendedores ni productores van por detrás. En la Unión Europea,  la superficie de cultivos dedicada a la agricultura ecológica creció un 5,6% durante el año 2015, sumando un total de 2 millones de hectáreas. Este tipo de agricultura (sin contar con otro tipo de cultivos sostenibles) ya supone más del 6% del total de la agricultura europea.

En este contexto, se hace evidente la oportunidad de negocio para empresas e inversores de impacto.  Prueba de ello son las decenas de fondos de capital riesgo que nacen cada año con la misión de financiar las startups que fomentan una alimentación más saludable. Aquellos que, con su dinero o su trabajo, deciden ser pioneros están apostando por un cambio. Cambio a mejor y además inevitable.

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