Máquina Lectora y Accesibilidad | Bolsa Social

La accesibilidad es la capacidad de objetos o bienes intangibles para ser visitados o disfrutados por todo el mundo. Independientemente de su condición física o intelectual. De ser un derecho por el que había que luchar ha pasado a ser un oportunidad que las empresas no quieren perderse, por su capacidad de incluir una gran cantidad de consumidores y usuarios que se encontraban fuera del sistema. En medio de la revolución 3.0, la tecnología está siendo el principal campo de batalla de la accesibilidad. Pero esto no es nuevo. Ahí va una historia.

En 1975, un hombre llamado Ray Kurzweil fundó una compañía informática en Estados Unidos. Su objetivo era crear un software capaz de leer cualquier texto impreso. Hasta la fecha, el único software capaz de reconocer caracteres solo podía hacerlo con dos tipografías determinadas, lo que limitaba mucho la utilidad de esta tecnología. Ese mismo año, consiguieron programar esta tecnología, conocida como OCR.

Sin embargo, asegura Kurzweil en su libro La era de las máquinas espirituales, su equipo tenía la solución para un problema que estaba por descubrir. Hasta que un día compartió viaje en un avión junto a una persona ciega. Durante el vuelo, este le comentó que su única discapacidad era no poder leer cualquier material impreso, como hacía el resto del mundo. Tras escuchar a esta persona, Kurzweil encontró sentido a su innovación tecnológica. Ahora le faltaba otra cosa: el dinero.

La máquina de leer obtuvo gran fama, pero le costó tres años de duras luchas para arrastrar a inversores que apoyaran el proyecto. Hasta que entró Xerox con toda la fuerza de su capital y su nombre.

Cuatro décadas después, la tecnología OCR sigue siendo de gran utilidad para suplir la discapacidad audiovisual. Pero no solo eso. El reconocimiento óptico de caracteres ha supuesto un gran avance para el resto del mundo también. Por ejemplo, hemos visto desaparecer tediosas transcripciones a mano de largos textos, solo con un escaneo.  No hay más que pensar en las miles de aplicaciones que utilizan la cámara del móvil para leer números, códigos, nombres o tarjetas. Raymond Kurzweil, por su parte, fundó la Singularity University y fue director de Ingeniería de Google (entre otras muchas cosas). Casi nada.

Una oportunidad de negocio inexcusable

A menudo, el propio avance tecnológico es per se más accesible, pero esta historia nos enseña que la inversión en soluciones que parecían estar destinadas a ser una ayuda asistencial pueden ser decisivas en la historia. Por un lado, por las innovaciones que supone; por otro, por lograr la participación en la cultura y la tecnología de millones de personas más que estaban excluidas.

Cada español con discapacidad gasta 2.874 euros anuales en soluciones tecnológicas que le hagan la vida más fácil

El acceso de las personas con discapacidad a la cultura, la información y las comunicaciones es un derecho, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, en una convención aprobada en 2006. Un acuerdo que da idea de que los Estados están cada vez más preocupados por la igualdad de sus ciudadanos, en toda su diversidad. Pero el asunto va más allá de la reivindicación.

En España existen más de tres millones de personas con discapacidad, que podrían alcanzar ser 16 millones en 2050, habida cuenta del envejecimiento de la población. Según un estudio elaborado por Deloitte para el Centro Nacional de Tecnologías de la Accesibilidad, cada una de las personas con discapacidad gasta 2.874 euros anuales en soluciones tecnológicas que hagan más cómoda su vida.

Para remarcar la importancia de este sector, el estudio nos recuerda que este gasto es un 25% mayor que el que mantiene el resto de la población y supone un 9% del gasto medio por hogar en España.

Según este dato, en España el valor del mercado de las tecnologías de la información y la comunicación accesibles es de más de 1.300 millones de euros al año. Y es un mercado que se ensancha año tras año, por el mencionado envejecimiento.

La accesibilidad es —en definitiva— un derecho, una oportunidad de negocio y un requisito del progreso.

  

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