Día: 4 de mayo de 2016

Hablamos mucho, al referirnos al equity crowdfunding, de lo alternativa que resulta esta nueva forma de financiación. Tanto a empresas como a plataformas e inversores nos gusta subrayar cómo todos nos estamos convirtiendo en nuevos actores transformadores de las finanzas. Sin embargo, a veces no se ha subrayado lo suficiente el valor de lo que supone la parte crowd del crowdfunding, la parte participativa de las finanzas participativas.

Pero no se trata solo de una fuente de financiación. En el crowdfunding importa mucho el cómo, es decir, quiénes son las personas que están haciendo posible un proyecto a través de sus inversiones. Esto lo vio muy claro la multinacional Sony, que el año pasado abrió su propia plataforma participativa para financiar el desarrollo de sus proyectos. Es evidente que esta empresa tiene acceso a otras vías para conseguir capital. Pero algo debió de ver en el crowdfunding…

Cuando en 2008 estalló la crisis financiera mundial, inversores de todo el mundo se plantaron ante la pregunta de qué habían hecho con su dinero. La opacidad con la que fondos y bancos habían tratado su dinero, comprometiéndolo en jugadas de difícil sostenibilidad y dudosa ética, facilitó el boom de un nuevo tipo de inversiones que iban a llegar de la mano de las innovaciones en Internet.

Más horizontales, menos intermediadas, más directas y con un mayor empoderamiento del inversor, las herramientas como el equity crowdfunding o el crowdlending han abierto una nueva vía de encuentro para financiadores y financiados, a cuyas empresas les cuesta encontrar crédito en las instituciones bancarias.